Relatos de lo excepcionalmente cotidiano

¿Y si tuviéramos marcos de interpretación de la realidad distintos?

viernes, 25 de noviembre de 2011

"Plan-de-no-futuro"

Tenía la mala costumbre de perderse entre los meridianos y paralelos que estructuraban su anárquica imaginación. Y nunca acertaba a encontrar la salida.

Todo eran puertas, puertas y más puertas. Y, consciente de que tomar una salida le suponía el desechar otra y el cerrar otras tantas, no se atrevía a decidirse por ninguna.

Ella sabía perfectamente y con total claridad, que la eternidad solo le duraría un rato, y que si quería seguir viviendo, debía elegir una salida y empezar a caminar.

Pero empezar a escribir tu propia ruta de vida cuando el amenazador color blanco está incorrupto, puede resultar algo aterrador. Reservado, quizá, a unos pocos valientes.

Mientras tanto, y a la espera de encontrar esa fuerza, o guía, o mano, o espíritu que la llevara de vuelta a su futuro, ella seguía disfrutando de sus meridianos Continuaba mecida, acariciada, entre la seguridad y la libertad que ofrece el saber que puedes dibujar tu propio futuro, y la certeza de conocer el remedio ante los propios errores: el tiempo. ¿Supondría entonces un problema el cometer errores si se tenía toda la vida por delante? No, para ella no, desde luego.

Y un día tras otro pagaba las facturas con meritos de guerra, los estudios con horas de biblioteca y la felicidad con sonrisas caducadas. Se enamoraba y desenamoraba tanto como su corazón o racionalidad le permitían, se involucraba en los segundos con total devoción y respiraba de otros pulmones cuando los suyos daban tregua. Peleaba por sus amigos, hermanos, familia y otra colección de seres a los que consideraba dignos de devoción.

Plantada. En medio de decisiones, apuntes, música, fiestas, cervezas y errores. Una coctelera de la que debía salir un futuro. Agitado, no mezclado.

¿Lo peor de todo? Ella no quería un plan de futuro. Era algo demasiado caro en aquellos días de cambios; y, puesto que nunca le darían una beca, lo único que tenía para financiárselo era el presente, y no quería malgastarlo. Era lo único que podía discernir con claridad entre toda aquella montaña de planes utópicos que realizar e ideales demasiado conflictivos como para expresar en voz alta. Sólo sabía que el presente era lo único que poseía, y que otros ni siquiera acertaban a saber que entre todas sus cosas no poseían nada. Ella sabía que no estaba vacía de posesiones, pero lo suyo no era medible ni cuantificable. Ella poseía el presente, era lo único que sabía.

Asique decidió seguir bailando entre los acordes de sus meridianos…pasearse de vez en cuando entre las negras y silencios de su paralelos y pensó que si algo de todo aquel “no-plan-de-futuro” fallaba….

Bueno, ¿mejor ya vería lo que hacía dado el momento, no?

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