Relatos de lo excepcionalmente cotidiano

¿Y si tuviéramos marcos de interpretación de la realidad distintos?

viernes, 20 de julio de 2012

Gracias R.


Hay sucesos que ocurren repentinamente. Capaces de alterar la rutina más feliz e inamovible del mundo. Son sucesos de extraordinaria belleza, fuera de lugar, inéditos e irrepetibles; y el que los recibe no es ni mucho menos merecedor de ellos. Lo curioso de estos sucesos es que  suelen tener un protagonista que es aun más extraordinario que lo que llega a provocar. Este protagonista llega, toca, acaricia y finalmente inunda hasta modificar el alma de quien toca. Cuando piensas que ya nada está por pasar, pasan ellos y se convierten en protagonistas de tu mente y de tus pensamientos durante unos días que deseas eternos. ¿Qué hacer si son superiores a ti? Rendirte ante ellos y aprender de su grandeza y valor para vivir y actuar. Quererlos, solo puedes; en definitiva, quererlos y agradecerles que te ofrezcan su presencia incondicional… aunque solo sea por unos días.
Ese es su gran suceso que obran: su presencia, sus gansa de vivir, su energía dentro de ti, su amor y su ternura…y sentirte incapaz de negarte a ellos. Das las gracias por el cambio radical que provocan en la rutina más feliz e inamovible del mundo y deseas que esos días vuelvan, que esos protagonistas vuelvan a posarse en ti. Pides que esos protagonistas sean perpetuos en tu vida, sean parte de ti.  Gracias R.

Mares de pozos.


La desesperación que nos hunde,
la que nos hace vulnerables,
la que nos hace temer,
la que nos hace temernos.

Allá, frente a un pozo,
la furia que nos empuja,
nos ahoga,
nos ahogamos,
nos deseamos ahogados,
escapados de todo.

El llanto gastado y el dolido,
todos los llantos ahogados en nuestro mismo pozo.

Es el agua de ese pozo,
es ese mar de enfrente,
el que puede hacernos flotar,
dejarnos llevar,
olvidarnos que estamos en un pozo.