Relatos de lo excepcionalmente cotidiano

¿Y si tuviéramos marcos de interpretación de la realidad distintos?

sábado, 25 de febrero de 2012

Cosas de humanos.

Hay días que las víctimas no pueden dar la cara.

Y días en los que los que deberíamos estar allí y no estamos.

Y días en lo que todo falla, esperamos algo, algo que no puede ocurrir. Los valientes no empuñan armas, sino más lágrimas de las que se merecen. Y es que parece ser que los valientes no tienen  derecho a hacerse pelota y dejarse fallar. Sí, dejarse fallar a ellos mismos, únicamente a ellos, y ni eso se permite.

Pero reconozco que deberían estar ahí cuando se les necesita.

Hay ayudas que se piden a gritos ahogados. Hay ayudas que se ven venir pero se niegan a llegar.

Lo peor de fallar a los demás es que tú eres uno de los demás. Y fallarte a ti mismo es lo que más te jode. Los demás te importan un carajo. Aunque no su dolor.

Portazos y silencios de los que odias.

Dejar en paz a los valientes, ya ganan suficientes batallas por vosotros, ¿Qué más de si se fallan a ellos mismos? ¿Qué más da lo que les ocurra a los demás si están para cuando les necesitáis?

Pues que igual ellos también piden ayuda a gritos ahogados. Ahogados por vuestros putos gritos malhumorados e infantiles.

Hay días en que los valientes son las víctimas, y no pueden dar la cara. Se fallaron a ellos mismos y lo que empuñan, con lo que os defienden, son las lágrimas que no dejaron caer.

“Lo triste de los humanos no es que tengan un precio, sino el irrisorio precio por el que se vendieron.”

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