Relatos de lo excepcionalmente cotidiano

¿Y si tuviéramos marcos de interpretación de la realidad distintos?

miércoles, 4 de enero de 2012

La libertad de su pecho.

Nunca pensó en que algo tan espeso pudiera llegar a ser tan hermoso. Y es que aquella niebla a tres mil setecientos metros de altura en el Congo, resultaba sobrecogedora. Había sido un viaje más que agotador, turbador, lleno de maleza y humedad, y con el único propósito de hacer cima en el fin del mundo. Solo para verlos a ellos. A su grandeza, a su fuerza, a su espalda plateada, muestra del dominio de la manada. Y hasta los mismos gorilas se sorprendían de lo que allí arriba veían. El mundo dominado por nuestros antecesores, y estos, en muestra de respeto, observaban en silencio y sin mover un músculo el lago en mitad del cráter, y la densidad verde. En aquellos instantes no podía dejar de pensar que había merecido la pena, que renunciar a todos esos pequeños placeres mundanos y diarios valía la pena por estar allí, junto a los emperadores del mundo en pleno corazón de África. Su mente volaba ya lejos de los atascos, de los problemas, del trabajo, de los planes de futuro, de la firma de papeles, de los contratos de amor.


La soledad de la belleza

es la que emana del interior,

la que respeta al miedo,

la que rinde culto a los deseos.


Los deseos más profundos,

los nunca confesados,

son los que compartidos,

unen sin remedio.


No pretendas la libertad de su pecho,

sin noches de desasosiego,

sin esperanzas pérdidas,

ni botellas en el fondo del mar.


Supusiste que el Cielo debía ser su naturaleza,

y que su piel veneraría la tuya,

la unión de aquellas pararía el deseo,

y solo fue el principio del fin.


La turbación guió a abismos profundos,

a desnudarse frente al espejo,

a recorrer tus cicatrices,

a cicatrizar lo vivido.


Los precipicios parecen un buen final,

tras la certeza de un pasado que no volverá, ni será recordado,

y frente a la posibilidad del salto,

aventuras un vértigo adrenalítico,

un futuro sin futuro, un Pegaso sin alas.


Saltas.

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