Relatos de lo excepcionalmente cotidiano

¿Y si tuviéramos marcos de interpretación de la realidad distintos?

domingo, 8 de enero de 2012

Salida calor humano.

La resaca de la felicidad se llama letargo y dolor de cabeza. Dormir inmensamente para seguir recordando lo ocurrido y no querer despertar. Y despertar con un dolor de cabeza bien bonito y persistente. Y no es fruto del alcohol. Sino del exceso de sueños en tu cabeza. Parece de locos, pero no lo es. Después de 15 seguidas horas de sueños felices y revoltosos entre sabanas, mantas y colchas, los sueños se han agobiado y persisten en su intento ciego de salir de tu cerebro adormilado. Resacoso. Ignorante. Desconoces todo, porque el maldito dolor de cabeza te está matando. Y no sabes nada. Sabes que tienes una colección de dudas amontonadas debajo de tu cama y, que por algún extraño – y denominado- suceso / persona, ya no quieres responder. Pero olvidémonos del nombre de ese suceso/persona, de la felicidad y centrémonos en el dolor de cabeza. Normalmente me funciona pensar mucho aquello de “desparece, desaparece”, pero hoy está rebelde. Se empeña en taladrar mis entrañas y gritar nombres, fechas, acontecimientos, MOMENTOS. Deja mis momentos tranquilos, ahí están, son míos, joder, no entiendo nada. Empiezo a querer entenderme a mi misma y entro en un sin sentido porque me conozco perfectamente. Sé lo que debo hacer, lo que no debo, lo que soy, hasta donde debo –que no necesariamente quiero- llegar y lo que deseo. Pero estoy bloqueada. La montaña de dudas bambolea mi cama y como no tienen sentido nos caemos ambos. Es el dolor de cabeza más tonto y merecido de la historia. Joder, si yo le quiero, ¡digo! que me quiero, ¡y mucho! y además afirmo todas esas cosas que se dicen sobre el amor propio y que por algún extraño sentido él se niega a aceptar. No me importaría tanto si no fuera porque me perturban mis propios cimientos. Será que hoy estoy tonta y esta jaqueca es el producto de lo que me provoca. Mis ideas, las suyas, las del mundo, todo un caos, heridas de guerras, poesía y música. Y algo de filosofía par aliñar las ensaladas, que nunca me gustaron.

Sueño con que el sueño quiebre al tiempo,

algún humano perezca en su riqueza,

y un gnomo me gane al ajedrez.


Añoro los regalos originales, la gente sin estrés,

y sin teléfono,

y que me llamen al fijo para decirme que me quieren.


Echo de menos las treguas de mi mente,

darme tregua y tener alguna idea clara,

saber que los tercetos deben respetarse.


Los romances se escriben en octavas,

la real queda para el siguiente nivel y,

mi poesía no cuadra ni en estilo ni en las mentes.


Supongo y supongo mal,

que echarte de menos es deseable,

pero nunca tuve a nadie, y es agradable que existas.


Me perturbo mirándome a un espejo,

no reacciono pese a mis gritos internos y,

vuelven a pesarme los parpados.


Ya es tarde para la luz del Sol,

los sueños aligeran mis pesadillas.

Me difumino entre ellos.


Rumbo locura y desquicio,

me desvío por calle reconciliación,

pacto treguas que no respeto y acabo perdida,

rotonda desidia.


Ramal de incertidumbre, salida solución,

destino no acertado, viaje perdido,

herida no resuelta, rotonda desidia.


Rotonda desidia, rotonda desidia,

estado vital desidia, parpados pesados…

salida fija, la de siempre, la que todo lo soluciona,

salida calor humano.

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