Relatos de lo excepcionalmente cotidiano

¿Y si tuviéramos marcos de interpretación de la realidad distintos?

sábado, 29 de octubre de 2011

La isla

En la isla la vida es tranquila. No hay problemas, no hay que trabajar, no hay que chillar. Estamos solos, estamos con quién queremos, vivimos del aire y del amor que nos profesamos y de la esperanza de crear a pequeños monstruitos con conciencia.
Decidimos fugarnos cuando apenas teníamos 18 años y el mundo nos maltrataba. Decidimos que el futuro lo pasaríamos juntos y en algún lugar donde respirar no nos costase esfuerzo. Lo único que hayamos fue este pedazo de tierra, donde todo lo demás acaba.
El motivo de que dos jóvenes tan llenos de vida se fugaran fue la necesidad de creer que existen personas que todavía luchan por ser felices, que no vivimos en un mundo de autómatas, masas sin sentimientos que se limitan a producir.
Los mandamientos de esta isla son:
1. Estudiarás filosofía y matemáticas.
2. Te pararás a comprender las letras de las canciones.
3. Leerás poesía.
4. Será todo lo que quieras ser.
Estamos locos, llenos de energía y cansados de los guantazos que nos hemos llevado por ser SOÑADORES. Ese fue el único delito que nos condenó, pensar que nuestro sueño no era imposible. Y lo peor, nos fugamos para cumplirlo. En la isla creamos un mundo sin injusticia, vivimos anárquicamente, hacemos de todo y hacemos de nada, la guitarra es nuestro Dios, el esfuerzo personal es la única moneda de cambio válida y consideramos que los errores son parte de nuestra vida. Cada vez que uno cae, el otro respira por él, le empuja y le levanta hasta que es capaz de volver a caminar sin ayuda. Porque pensamos que no estamos solos, que hay más soñadores, que algún día se revelarán y que todas las islas que ya existen, SERÁN REALES.
¿Qué más puede pedir la persona que tiene su propia isla, cuenta con otro aliento y el amor más desinteresado del mundo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario