Relatos de lo excepcionalmente cotidiano

¿Y si tuviéramos marcos de interpretación de la realidad distintos?

martes, 19 de junio de 2018

El conflicto que no quiso ser

Desde que había recibido aquella llamada era incapaz de hacer nada conmigo mismo.  Me confirmaban un destino de dos meses en una comunidad de 50 habitantes. Pese a que se trataba de la respuesta a una necesidad urgente, no conseguía relajarme. De pronto, la solución a un problema era el comienzo de uno nuevo. Y no entendía como había llegado allí ni como deshacer la maraña de nervios, ansiedad y pánico que eran mis tripas.

Aquel nuevo trabajo suponía conseguir la experiencia para poder ejercer. Por fin acabaría la pesadilla de este último año, perdido en intentar únicamente tener el título. Un año de exámenes absurdos, trabajos miserables y horas desesperadas esperando la llamada. Un año en el que lo único bueno fue ella. 

Ella que nunca preguntó, ni pidió permiso. Ella, que entró cual huracán, se quedó como árbol perenne. Ella, que revolucionaba masas, pero sobre todo a mí. Ella, que alimentó mi motor, pero que nunca me hacía de copiloto. Ella, cómo decirle que me iba.

Cómo confesarle que desesperado pedí este destino a 1000 kilómetros como último recurso, pero con la esperanza de que no llamaran. Quizás, el problema realmente no era que me fuera, si no que me moría porque ella siguiera conmigo. Cómo admitir que perderla ahora me supondría tanto como perder esta plaza.

La veo llegar, liviana, despeinada, con esa mochila llena de papeles y sueños y sonriendo. Siempre sonríe como si los problemas del mundo no la rozasen, no la merecieran.

Hola caracol, ¿y esa cara? y yo que noto como el aire deja de ser suficiente en mis pulmones. Me han cogido en Layna digo con la esperanza de que no se oiga, de que no sea realidad. ¿¡Layna?! ¡Pero si te encanta Layna, vas a ser tan feliz allí! Con los animales, los niños salvajes no domesticados por la ciudad, el aire, los colores, los cielos, la comida orgánica… ¿Qué más puedes pedir?

Podría pedir que te vinieses conmigo, pero eso no lo digo en voz alta. Parece que mi problema tampoco la afectase, o quizás es que no quisiera entender que nos estábamos separando. Ella sigue hablando, incesante como siempre… ¿Bien no? Por fin todo encaja, ¿a que esa cara de condenado?

La angustia parece haber anidado en mis entrañas y con la poca fuerza que consigo rescatar la miro a los ojos y disparo ¿y nosotros? ¿¡Nosotros!? responde abriendo los ojos con un gesto de sorpresa que no me deja adivinar nada sobre lo que piensa. Sí, nosotros, ¿ vas a querer seguir conmigo a pesar de la distancia?

Ella estalla a reír, sus carcajadas resuenan en todo el parque y en mi cabeza como si todo siguiera sin importarle… ¿y si me voy contigo?

"Y si me voy contigo". Aquellas 5 simples palabras fueron la lección de que los problemas sólo lo son en la medida en que los dejamos ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario